¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO DECIMOS "ACOSO ESCOLAR"? ESAS SITUACIONES QUE NO SON ACOSO.


Las pasadas Navidades escuché en una emisora de radio cacereña una entrevista a una conocida psicóloga sobre el tema del acoso escolar. Preguntada por la prevalencia o la frecuencia con que este problema aparece en la escuela, dicha profesional respondió que el acoso escolar se produce en el 40% de los escolares actuales: es decir, 40 de cada 100, 4 de cada 10. 
Cuando se manejan datos estadísticos con esa seguridad, éstos deben estar correctamente referenciados, es decir, se debe citar la fuente, de dónde han sido extraídos dichos datos. Al no citarse la fuente, la información no puede ser contrastada y no se puede comprobar su validez; sin embargo, el hecho de emitirse por la vía radiofónica ya otorga a estas informaciones un peso de veracidad: "oye, que esta mañana he escuchado en la radio a una psicóloga diciendo que 4 de cada 10 niños en edad de ir a la escuela sufren acoso escolar"... 
No pretendo en este post negar la existencia del grave problema del acoso escolar, y mucho menos entrar a discutir sobre la frecuencia del mismo; sin embargo, creo que sí es necesario no crear alarma social sobre este tema tan delicado y empezar a llamar a las cosas por su nombre.
El acoso escolar existe. Es un problema que por desgracia sufren niños y niñas en nuestras escuelas y en diferentes niveles educativos. En Extremadura aún no disponemos, a diferencia de otras comunidades autónomas, de un protocolo de actuación para casos de acoso escolar. La Comunidad Autónoma de Madrid, dentro del protocolo que tiene establecido para tal fin, delimita que, por otro lado, en ocasiones en los colegios e institutos se producen situaciones de conflicto entre iguales y que no deben ser confundidas con el acoso escolar.
Para que una situación de acoso pueda ser considerada como tal, deben cumplirse tres premisas fundamentalmente (Olweus, 1983):
  • La intención de hacer daño (físico, verbal o psicológico).  Debe haber una intención clara de ofender, maltratar... Además, el acosador es consciente de ello.
  • El desequilibrio de poder, que hace a la víctima impotente para salir de esa situación sola. Ésta es la característica más definitoria. No es acoso escolar cuando dos compañeros de clase están "picados" y se agreden verbal o físicamente en un plano de igualdad.
  • La reiteración de las conductas, es decir, que los insultos, vejaciones, etc., no se reduzcan a un único episodio puntual, sino que son repetidos en el tiempo.
El hecho de que nuestro hijo/a haya sido insultado, agredido, etc. por otro/a compañero/a nos debe impulsar a investigar sobre qué está ocurriendo en el colegio, pero no hacemos ningún favor a nadie, y menos aún a nuestros hijos, si ya les colocamos de entrada en una posición de "acosados" antes de poder esclarecer los hechos.
Una mención aparte son los "diagnósticos"  de acoso escolar que se realizan por parte de profesionales ajenos a los centros educativos. El acoso escolar es un problema que debe investigarse, estudiarse y diagnosticarse en el lugar en el que se produce: en la escuela. No tiene ningún sentido que se dé por hecho que un niño/a está siendo acosado/a en su colegio desde la consulta de un centro de salud o un gabinete privado de psicología infantil. Además, el poner por escrito el diagnóstico no hace más que agravar el problema, ya que certifica algo que a lo mejor es falso porque no ha sido investigado.
Para finalizar, recordemos que la Consejería de Educación en Extremadura ha elaborado en relación a este tema la campaña titulada "Si te molestan, no calles".

Javier Pérez Jiménez
Educador Social
PTSC del EOEP Cáceres-1 

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